El truco definitivo para distinguir el oro de 24K del de 18K en segundos

En tan solo unos segundos, es posible distinguir entre oro de 24K y oro de 18K aplicando un método visual y táctil que combina la observación del color, el brillo y la búsqueda de sellos distintivos en la pieza. Estos indicios permiten identificar la pureza sin requerir pruebas de laboratorio o equipos especializados, logrando así una diferenciación eficaz y segura entre ambos tipos de oro.

Diferencias visibles entre oro de 24K y 18K

El oro de 24K destaca inmediatamente por su color amarillo intenso y profundo. Este tono tan característico se debe a que es prácticamente oro puro, sin apenas presencia de otros metales en su composición. Por este motivo, su brillo es muy distintivo y, aunque no suele ser tan reluciente como el de quilatajes menores, resulta inconfundible a simple vista.

En cambio, el oro de 18K presenta un color dorado más suave y menos saturado. Al estar compuesto por un 75% de oro y un 25% de otros metales, como plata o cobre, su tonalidad tiende a ser menos viva y puede mostrar matices ligeramente rojizos o verdosos si la aleación contiene más cobre o plata, respectivamente. El brillo del oro de 18K suele ser algo mayor y más “refinado”, razón por la cual es muy valorado en joyería fina.

Método rápido: la importancia del sello

Uno de los trucos más infalibles consiste en buscar sellos o marcas de quilataje en la pieza. Estas marcas, obligatorias en la mayoría de los países para joyas de cierta calidad, indican con claridad la pureza del oro:

  • En oro de 24K, los sellos suelen ser “24K”, “24KT” o “999”, lo cual certifica casi el 100% de pureza.
  • En oro de 18K, los sellos más habituales son “18K”, “18KT” o “750”, ya que este último número representa el 75% de oro puro en la aleación.

Estas inscripciones suelen encontrarse grabadas en el interior de anillos, en el broche de cadenas o colgantes, y en la parte trasera de pendientes. La presencia clara del sello facilita la identificación inmediata, permitiendo ahorrarse cualquier duda en la mayoría de los casos.

Otros trucos para una comprobación inmediata

1. Forma de la pieza

La forma y uso de la pieza pueden dar pistas sobre el tipo de oro. Las joyas macizas que deben soportar golpes o presión, como anillos de uso diario, suelen estar hechas de 18K porque el oro puro de 24K es muy blando y susceptible a deformaciones. Por el contrario, lingotes o monedas de inversión casi siempre son de 24K, ya que su finalidad no exige la misma durabilidad mecánica.

2. Prueba del imán

Un truco casero consiste en acercar un imán fuerte a la joya. El oro auténtico no es magnético, por lo que ni el de 18K ni el de 24K deben ser atraídos por el imán. Sin embargo, si la pieza es atraída, probablemente no es oro puro ni de alta ley, aunque esta prueba no permite distinguir directamente entre 18K y 24K.

3. Diferencias de peso

Debido a la mayor concentración de oro puro, una pieza de 24K tiene una ligera diferencia de peso comparada con otra idéntica en 18K, aunque este método solo es realmente fiable si se compara el mismo modelo de joya, pues los otros metales de la aleación pueden alterar el peso final.

4. Prueba del ácido

En establecimientos especializados, se realizan pruebas químicas con ácido nítrico para identificar la pureza; sin embargo, este método no es recomendable en casa, puesto que puede dañar la joya si no se ejecuta correctamente y requiere experiencia y los productos adecuados.

Consejos para evitar engaños y errores frecuentes

La clave para no caer en errores o confusiones suele estar en una observación minuciosa y el uso de métodos seguros, evitando siempre rayar o dañar la pieza.

Es importante tener en cuenta que hay falsificaciones muy logradas que pueden imitar tanto el color como los sellos oficiales, pero no la densidad, el tacto o la maleabilidad del oro auténtico. Por eso, si existe alguna duda y la pieza tiene un valor elevado, es recomendable acudir a un profesional que disponga de equipos para realizar análisis más avanzados, como el espectrómetro, que determina con exactitud la proporción de los metales presentes.

En el mercado de segunda mano, conviene desconfiar de piezas que sólo llevan baño de oro, pues el color puede ser similar al de los quilatajes altos, pero no tendrá la misma resistencia ni el mismo valor intrínseco.

Si el sello está desgastado o no es claro, los métodos visuales son útiles para una discriminación inicial, pero no sustituyen a una prueba profesional si es necesaria para operaciones de compra o venta de importancia.

En definitiva, un análisis visual atento, la búsqueda de las marcas de quilataje y el conocimiento de las características físicas más evidentes permiten diferenciar en segundos entre una pieza de oro de 24K y otra de 18K, apostando siempre por la observación y el sentido común para evitar engaños y proteger tanto la inversión como el valor sentimental de las joyas.

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